Nuevo mapa de quásares para asegurar la exactitud del sistema GPS
Fuente: NASA.
Gracias al Sistema de Posicionamiento Global
("Global Positioning System" - GPS), las personas equipadas con un
navegador GPS pueden orientarse en lugares que no conocen. Los satélites
GPS envían señales a un receptor en el navegador GPS, el cual calcula
la posición tomando en cuenta la localización de los satélites y la
distancia hasta los satélites.
La distancia es determinada por el tiempo que
toman las señales de varios satélites en llegar al receptor. El sistema
trabaja bien, y millones de personas confían en él todos los días.
Pero ¿cómo se orientan a sí mismos los satélites GPS? La cuestión no es fácil.
"Para que el GPS funcione, se debe conocer la
posición orbital de los satélites con mucha precisión," dijo el Dr.
Chopo Ma del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en
Greenbelt, Maryland, Estados Unidos. "Y con el fin de saber dónde están
los satélites, hay que conocer la orientación de la Tierra también con
mucha precisión."
Determinar la posición del satélite no es tan
sencillo como simplemente tomar como referencia la Tierra, porque el
espacio no está marcado con líneas que permitan determinar la posición
en él de nuestro planeta. Aún peor, "todo está siempre en movimiento",
dice Ma. La Tierra se bambolea mientras rota debido a la atracción
gravitatoria (mareas) de la Luna y el Sol. Incluso fenómenos
aparentemente irrelevantes, como los cambios en las corrientes
atmosféricas y oceánicas, y los movimientos en el núcleo fundido de la
Tierra, influyen en la orientación de nuestro planeta.
Así como usted puede usar una montaña, o grandes
monumentos también visibles desde todas partes e inconfundibles, a modo
de puntos de referencia para averiguar cuál es su ubicación en una
ciudad extraña y orientarse a partir de este dato, los astrónomos
utilizan puntos cósmicos de referencia igualmente inconfundibles para
determinar la posición exacta de la Tierra en el espacio. Las estrellas
parecen los candidatos obvios, ya que han sido usadas a lo largo de la
historia humana como medio simple de orientación para la navegación
marítima en ausencia de la brújula. "Sin embargo, para las mediciones de
gran precisión necesarias para sistemas tales como el GPS, las
estrellas no sirven, porque también se mueven," dice Ma.
Lo que se necesita es disponer de objetos tan
lejanos que sus movimientos no sean detectables, pero que además sean lo
bastante brillantes como para ser vistos a través de distancias
colosales. Los quásares pueden ser utilizados, ya que suelen ser más
brillantes que mil millones de soles. Muchos científicos creen que estos
objectos son energizados por gigantescos agujeros negros que se
alimentan del gas circundante; el gas atrapado en la poderosa gravedad
del agujero negro es comprimido y calentado hasta millones de grados,
liberando intensa luz y/o energía de radio.
La mayoría de los quásares se hallan a más de
mil millones de años-luz de distancia, por lo que están lo bastante
alejados como para considerarlos estacionarios en el firmamento.
Una colección de quásares remotos, cuyas
posiciones en el cielo se conocen con precisión, forman un mapa de
puntos de referencia celestes con el que se puede determinar la posición
exacta de la Tierra. El primero de tales mapas, el ICRF, se completó en
1995 luego de más de cuatro años de detallado análisis de observaciones
sobre las posiciones de unos 600 objetos.
El Dr. Ma ha encabezado una labor de tres años
para actualizar y mejorar la precisión del mapa ICRF. El nuevo mapa,
llamado ICRF2, utiliza observaciones de aproximadamente 3,000 quásares.
Ha sido oficialmente reconocido como el sistema de referencia
fundamental para la astronomía por la Unión Astronómica Internacional en
agosto de 2009.
A pesar de su utilidad para cosas como GPS, la
aplicación principal de los mapas ICRF es en astronomía. Los
investigadores usan estos mapas para dirigir los telescopios. Los
objetos se referencia con coordenadas derivadas del ICRF de manera que
los astrónomos saben donde encontrarlos en el cielo.
La próxima actualización del mapa podría hacerse
en el espacio. La Agencia Espacial Europea planea lanzar un satélite
llamado Gaia en 2012 que observará alrededor de medio millón de
quásares. El proyecto espera tener suficientes observaciones para 2018 a
2020 para producir el ICRF de próxima generación.
El ICRF2 involucró investigadores de Australia,
Austria, China, Francia, Alemania, Italia, Rusia, Ucrania y los Estados
Unidos. Fue financiado por organizaciones de estos países, incluyendo
NASA.