El polvo del Sahara fue el más intenso de los últimos 50 años.
por Yvette Sierra Praeli en 29 junio 2020
En las últimas semanas, según vimos en las noticias, o experimentamos en persona (dependiendo de donde viva) una nube de polvo ha cubierto varios países del continente americano. Se trata de la llamada nube de polvo del Sahara, un evento anual que se presenta a partir del mes de junio y puede extenderse hasta septiembre.
El evento meteorológico consiste en el viaje de toneladas de polvo proveniente del desierto africano que atraviesa el Océano Atlántico hasta alcanzar América, principalmente Centroamérica, México, el sur de Estados Unidos y el norte de Sudamérica. Según los científicos, esta nube de polvo puede afectar la calidad del aire en los lugares a los que llega, pero también juega un papel importante en la fertilización de los suelos de la Amazonia y las playas en el Caribe.
Las imágenes satelitales registradas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) muestran que esta gran nube de polvo sahariano empezó a cruzar el Atlántico el 13 de junio. En ese momento su extensión superaba los 3000 kilómetros, pero hacia el 24 de junio estaba por encima de los 8000 km, reporta el organismo estadounidense.
Aunque se trata de un evento recurrente, este año llamó la atención de la comunidad científica la gran dimensión de la nube de polvo. “Es la primera vez que se ve desde el espacio que el evento alcance esa magnitud. No se veía algo así hace 50 años”, dice Sidney Novoa, director de Tecnología para la Conservación en la organización Conservación Amazónica (ACCA).
La capa de polvo se ha visto en ciudades de Venezuela, Colombia, Surinam, Guyana, Nicaragua, Cuba, Puerto Rico, Barbados, Trinidad y Tobago, Jamaica, Panamá, República Dominica y México, entre otros lugares del continente y actualmente se encuentra en el sur de Estados Unidos, según reportes meteorológicos.
“En el norte de África periódicamente ocurren enormes tormentas de polvo y arena, que llegan hasta alturas de 6000 metros, a las capas medias de la troposfera”, explica Luis Vargas, coordinador del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, en la Región Los Andes, en Venezuela, y agrega que son los vientos alisios los responsables de trasladar ese polvo a través del Atlántico hasta nuestro continente.
Lo particular que tiene el evento de este año —continúa Vargas— es la enorme concentración de polvo. “Normalmente, cuando ocurre este evento, hasta el norte de Venezuela llegan concentraciones de entre 50 y 100 microgramos por metro cúbico. En esta oportunidad, la densidad del evento llegó a registrar valores por encima de los 200 microgramos por metro cúbico”, explica Vargas.
Luis Ladino, investigador titular del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que este evento ocurre dos veces durante el año. El primero va de febrero a abril y el segundo de junio a setiembre.
Ladino también explica que hace varias décadas no se veía el evento en esta magnitud. “Ni en área ni en cantidad de elementos particulados. Estamos haciendo un monitoreo en tiempo real [en el observatorio atmosférico de la ciudad de Mérida], pero aún no sabemos por qué ahora se ha presentado con mayor intensidad”.
El experto de la UNAM señala que, normalmente, el polvo del Sahara llega a la Amazonía durante la primera ocurrencia del evento del año. “Veíamos que cada año, durante febrero, marzo y abril llegaba esta nube de polvo a Venezuela, Colombia y Ecuador”. Ladino también cuenta que los vientos del Orinoco arrastran este polvo y lo introducen dentro del continente, superando así la barrera de las montañas que naturalmente impiden su paso.
El científico explica que los minerales que carga el polvo del Sahara funcionan como nutrientes para los suelos que los han perdido como consecuencia de una práctica excesiva de la agricultura, así como para los océanos. “Trae hierro, que es importante para el fitoplancton y de mucho beneficio para los océanos”.
El polvo sahariano tiene sus impactos positivos, pero también tiene su aspecto negativo —continúa Vargas— quien explica que sirve de fertilizante de los ecosistemas acuáticos y terrestres de varias zonas del planeta como sucede en la selva Amazónica.
Vargas explica que este polvo se compone en gran medida de roca triturada, muy fina, compuesta por diferentes elementos químicos como el fósforo y el nitrógeno, que constituyen nutrientes beneficiosos para la tierra y sirven de abono para la vegetación. También favorece al ecosistema marino.
“Según estudios de la NASA, cuando el polvo cae en el océano, las partículas más livianas se quedan en la zona donde están los microorganismos como el fitoplancton o bacterias animales, que ayudan a liberar sus nutrientes”, comenta Vargas.
El reporte de la NASA publicado en su website el 19 de junio señala que “ese polvo ayuda a construir playas en el Caribe y fertiliza los suelos en el Amazonas”, pero también puede afectar la calidad del aire en América del Norte y del Sur.
El artículo científico denominado Tormenta del Sahara: naturaleza y consecuencias, señala que el Sahara produce más polvo del suelo eólico que cualquier otro desierto del mundo, y que este tiene un impacto importante en los procesos climáticos, los ciclos de nutrientes, la formación del suelo y los ciclos de sedimentos. “Estas influencias se extienden mucho más allá de África, gracias a las grandes distancias sobre las cuales se transporta el polvo sahariano”, indica el documento.
El experto venezolano también se refiere a los efectos negativos del polvo del Sahara. Según explica, el polvillo repercute negativamente en la formación de los ciclones tropicales pues reduce la humedad hasta en un 50 por ciento. Además, se reducen las lluvias durante los días de su permanencia y produce afectaciones en la salud de las personas, como molestias en los ojos y en las vías respiratorias.
El polvo del Sahara —indica Vargas— está vinculado al declive de las poblaciones de coral pues transporta un hongo endémico de África que provoca que los corales lo asimilen y enfermen.
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Adaptado de artículo de Mongabay del 29 de Junio, 2020. Vea el artículo original.
Nube de polvo del Sahara visto desde el espacio. Foto: NASA. |
En las últimas semanas, según vimos en las noticias, o experimentamos en persona (dependiendo de donde viva) una nube de polvo ha cubierto varios países del continente americano. Se trata de la llamada nube de polvo del Sahara, un evento anual que se presenta a partir del mes de junio y puede extenderse hasta septiembre.
El evento meteorológico consiste en el viaje de toneladas de polvo proveniente del desierto africano que atraviesa el Océano Atlántico hasta alcanzar América, principalmente Centroamérica, México, el sur de Estados Unidos y el norte de Sudamérica. Según los científicos, esta nube de polvo puede afectar la calidad del aire en los lugares a los que llega, pero también juega un papel importante en la fertilización de los suelos de la Amazonia y las playas en el Caribe.
Las imágenes satelitales registradas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) muestran que esta gran nube de polvo sahariano empezó a cruzar el Atlántico el 13 de junio. En ese momento su extensión superaba los 3000 kilómetros, pero hacia el 24 de junio estaba por encima de los 8000 km, reporta el organismo estadounidense.
Imagen compuesta de color verdadero mostrando el movimiento de la nube de polvo del Sahara de Junio 15 al 25, 2020. Captadas con el instrumento VIIRS en el satélite Suomi NPP de la NASA/NOAA. Fuente: NASA |
Aunque se trata de un evento recurrente, este año llamó la atención de la comunidad científica la gran dimensión de la nube de polvo. “Es la primera vez que se ve desde el espacio que el evento alcance esa magnitud. No se veía algo así hace 50 años”, dice Sidney Novoa, director de Tecnología para la Conservación en la organización Conservación Amazónica (ACCA).
Los efectos del polvo del desierto africano
La capa de polvo se ha visto en ciudades de Venezuela, Colombia, Surinam, Guyana, Nicaragua, Cuba, Puerto Rico, Barbados, Trinidad y Tobago, Jamaica, Panamá, República Dominica y México, entre otros lugares del continente y actualmente se encuentra en el sur de Estados Unidos, según reportes meteorológicos.
“En el norte de África periódicamente ocurren enormes tormentas de polvo y arena, que llegan hasta alturas de 6000 metros, a las capas medias de la troposfera”, explica Luis Vargas, coordinador del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, en la Región Los Andes, en Venezuela, y agrega que son los vientos alisios los responsables de trasladar ese polvo a través del Atlántico hasta nuestro continente.
Lo particular que tiene el evento de este año —continúa Vargas— es la enorme concentración de polvo. “Normalmente, cuando ocurre este evento, hasta el norte de Venezuela llegan concentraciones de entre 50 y 100 microgramos por metro cúbico. En esta oportunidad, la densidad del evento llegó a registrar valores por encima de los 200 microgramos por metro cúbico”, explica Vargas.
Luis Ladino, investigador titular del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que este evento ocurre dos veces durante el año. El primero va de febrero a abril y el segundo de junio a setiembre.
Ladino también explica que hace varias décadas no se veía el evento en esta magnitud. “Ni en área ni en cantidad de elementos particulados. Estamos haciendo un monitoreo en tiempo real [en el observatorio atmosférico de la ciudad de Mérida], pero aún no sabemos por qué ahora se ha presentado con mayor intensidad”.
El experto de la UNAM señala que, normalmente, el polvo del Sahara llega a la Amazonía durante la primera ocurrencia del evento del año. “Veíamos que cada año, durante febrero, marzo y abril llegaba esta nube de polvo a Venezuela, Colombia y Ecuador”. Ladino también cuenta que los vientos del Orinoco arrastran este polvo y lo introducen dentro del continente, superando así la barrera de las montañas que naturalmente impiden su paso.
El científico explica que los minerales que carga el polvo del Sahara funcionan como nutrientes para los suelos que los han perdido como consecuencia de una práctica excesiva de la agricultura, así como para los océanos. “Trae hierro, que es importante para el fitoplancton y de mucho beneficio para los océanos”.
El polvo sahariano tiene sus impactos positivos, pero también tiene su aspecto negativo —continúa Vargas— quien explica que sirve de fertilizante de los ecosistemas acuáticos y terrestres de varias zonas del planeta como sucede en la selva Amazónica.
Vargas explica que este polvo se compone en gran medida de roca triturada, muy fina, compuesta por diferentes elementos químicos como el fósforo y el nitrógeno, que constituyen nutrientes beneficiosos para la tierra y sirven de abono para la vegetación. También favorece al ecosistema marino.
Imagen del movimiento de la nube de polvo del Sahara. Fuente: NASA. |
“Según estudios de la NASA, cuando el polvo cae en el océano, las partículas más livianas se quedan en la zona donde están los microorganismos como el fitoplancton o bacterias animales, que ayudan a liberar sus nutrientes”, comenta Vargas.
El reporte de la NASA publicado en su website el 19 de junio señala que “ese polvo ayuda a construir playas en el Caribe y fertiliza los suelos en el Amazonas”, pero también puede afectar la calidad del aire en América del Norte y del Sur.
El artículo científico denominado Tormenta del Sahara: naturaleza y consecuencias, señala que el Sahara produce más polvo del suelo eólico que cualquier otro desierto del mundo, y que este tiene un impacto importante en los procesos climáticos, los ciclos de nutrientes, la formación del suelo y los ciclos de sedimentos. “Estas influencias se extienden mucho más allá de África, gracias a las grandes distancias sobre las cuales se transporta el polvo sahariano”, indica el documento.
El experto venezolano también se refiere a los efectos negativos del polvo del Sahara. Según explica, el polvillo repercute negativamente en la formación de los ciclones tropicales pues reduce la humedad hasta en un 50 por ciento. Además, se reducen las lluvias durante los días de su permanencia y produce afectaciones en la salud de las personas, como molestias en los ojos y en las vías respiratorias.
El polvo del Sahara —indica Vargas— está vinculado al declive de las poblaciones de coral pues transporta un hongo endémico de África que provoca que los corales lo asimilen y enfermen.
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Adaptado de artículo de Mongabay del 29 de Junio, 2020. Vea el artículo original.